Y entonces fue cuando todos callaron y nadie supo que decir.

En toda la sala, no había nadie que pudiera adivinar lo que pasaba por sus frágiles mentes. Eso les desconcertaba, les hacía dudar de su propia existencia. Querían por todos los medios conocer la respuesta a todas las dudas ridículas que paseaban por sus inseguras cabezas. No conseguían nada por mucho esfuerzo que pusieran. Dos besos, y pasaría mucho tiempo hasta volver a verla. Confundidos y dudosos la vieron salir del gran salón sin llegar a averiguar lo que querían.

lunes, 16 de mayo de 2011


A veces una voz al otro lado del teléfono consigue que se ericen todos tus sentidos de forma que te vuelve loca por un momento. Y acabas con una sonrisa idiota y ganas de coger el primer autobús que salga de Segovia.


Ponte traje anda, ponte traje...