Y entonces fue cuando todos callaron y nadie supo que decir.

En toda la sala, no había nadie que pudiera adivinar lo que pasaba por sus frágiles mentes. Eso les desconcertaba, les hacía dudar de su propia existencia. Querían por todos los medios conocer la respuesta a todas las dudas ridículas que paseaban por sus inseguras cabezas. No conseguían nada por mucho esfuerzo que pusieran. Dos besos, y pasaría mucho tiempo hasta volver a verla. Confundidos y dudosos la vieron salir del gran salón sin llegar a averiguar lo que querían.

domingo, 20 de febrero de 2011


Rozarte tan solo un instante consigue tranquilizarme de tal modo que asusta. Sentarme un domingo lluvioso y aburrido y que no salgas de mi cabeza me vuelve loca. Tu me vuelves loca. Una sonrisa permanente y hablarle al gato es lo que consigues día si día también. Y no hay cosa que mas me guste que sonreír cuando menos me lo espero.


Pero sucede también
que sin saber cómo ni cuándo
algo te eriza la piel.


Eh voilá! =)



Sin nada mas que decir.

lunes, 7 de febrero de 2011


Rasgar espaldas es lo único que necesitaba en ese momento. Arrancar cualquier prenda, por cara que fuese, del cuerpo indefenso que tenía enfrente.
Besó con fuerza sus labios. No quería parar, no podía parar. Era irrefrenable. Su deseo aumentó mientras agarraba su cabeza y tiraba de ella hacia atrás dejando el cuello al descubierto. Lo mordió, fuerte, hasta oír un quejido.
Una mano bajaba por su espalda decidida a no parar hasta llegar al punto exacto. En efecto, no detuvo su camino.
Sus ganas de volver loco a su adversario estaban in crescendo. Cruzaron miradas. No había que ser muy listo para darse cuenta de que en breves instantes estaba a punto de producirse una hecatombe digna de cualquier batalla.
Posó su mano con fuerza en su cintura y le atrajo hacia ella. De repente y sin previo aviso millones de respiraciones entrecortadas acapararon la atención. Gritos, espasmos...locura acumulada a punto de explotar.