Y entonces fue cuando todos callaron y nadie supo que decir.

En toda la sala, no había nadie que pudiera adivinar lo que pasaba por sus frágiles mentes. Eso les desconcertaba, les hacía dudar de su propia existencia. Querían por todos los medios conocer la respuesta a todas las dudas ridículas que paseaban por sus inseguras cabezas. No conseguían nada por mucho esfuerzo que pusieran. Dos besos, y pasaría mucho tiempo hasta volver a verla. Confundidos y dudosos la vieron salir del gran salón sin llegar a averiguar lo que querían.

jueves, 27 de mayo de 2010





Encendió el incienso. El baño entero rebosó de aquel embriagador y denso humo.
Llenó la bañera. El agua estaba ardiendo y la costó entrar.
Puso música, y cerró los ojos. En realidad solo estaba pasando el tiempo hasta que la alergia dejara de tener efecto en sus ojos hinchados.
Una mezcla de olores inundó sus sentidos. Por una parte, el incienso, por otra, el aceite corporal que había rociado por el agua.
De repente llueve. Los sonidos de la tormenta entran poco a poco en su cabeza. Un trueno, y otro, y otro...debería sacar la ropa del tendedero pero no lo hace, prefiere relajarse escuchando.
Pasa un rato, un buen rato. Sale cuidadosamente de la bañera y se coloca el albornoz. Ahora tiene calor.


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